Color: MORADO

Citas:

  • Primera lectura:Gen 2,7-9; 3,1-7: Se dieron cuenta (de) que estaban desnudos y se cubrieron.
  • Salmo Responsorial: Sal 50,1-6.12-14: Reconozco mi culpa… crea en mí un corazón puro.
  • Segunda lectura: Rm 5,12-19: Jesús nos abrió el camino para una nueva vida.
  • Evangelio: Mt 4,1-11: Al Señor tu Dios adorarás y solo a él lo servirás.

“Jesús salió fortalecido y muy consciente de la misión encomendada por el Padre: salvarnos”

En este primer domingo de cuaresma, se nos presenta la creación del hombre y el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva. El hombre fue modelado de barro, pero el Señor sopló “aliento de vida” en su nariz. Por debilidad, curiosidad o ambición se dejó engañar por la serpiente, que lo indujo a la desobediencia al mandato de Dios de no comer –“bajo pena de muerte”- el fruto del árbol plantado en medio del jardín del Edén.

Así como por un hombre desobediente el pecado entró en el mundo y trajo la muerte, así también por un hombre obediente, Jesucristo, recibimos la gracia y el perdón de nuestros pecados por parte de Dios. Así nos lo indica el apóstol Pablo, en su carta a los romanos, quien nos deja ver que, si el pecado creció, más abundante ha sido la gracia que se nos ha concedido a través de su Único Hijo, Jesucristo. Pablo nos dice: “Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos”.

En el evangelio para este domingo, Mateo nos relata las tentaciones que el diablo hizo a Jesús después de cuarenta días completos de ayuno en el desierto. Jesús, en su naturaleza humana, sintió hambre. No es de extrañar que humanamente también se hubiera sentido débil. Bajo estas condiciones el diablo creyó que le resultaría fácil lograr lo que consiguió con Eva. Pero no fue así. Muy por el contrario. Jesús salió fortalecido y muy consciente de la misión encomendada por el Padre: salvarnos.

El ejemplo de Jesús viene a decirnos que debemos estar muy atentos al acecho del maligno para hacernos caer. Así como Jesús estuvo cuarenta días completos ayunando en el desierto, así también estuvo apoyándose en la oración y comunicación íntima con Dios Padre. A eso nos invita este tiempo de cuaresma: ayuno y oración y ayuda al más necesitado.

Estemos alerta porque Satanás no se nos presenta como algo horrible, espantoso, repugnante. No. El maligno se nos presenta de manera engañosa; nos ofrece placer, poder y riquezas. Se esconde en las cosas que nos gustan o atraen para hacernos su presa fácil.

Pidamos al Señor que no nos deje caer en tentaciones; que nos de la fuerza para alejarnos de ellas o las ocasiones que las provocan. Así como Él venció al maligno, que nos asista siempre para nosotros también poder vencerlo. Que nos ayude a vivir la honestidad en todos los niveles de nuestra vida, para ir construyendo cada día una sociedad más justa.

Aprovechemos este tiempo de gracia, tiempo de salvación.

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