Moniciones: II Domingo.  Tiempo Ordinario.  Ciclo C

  • Primera lectura. Hb 4,1-5.11: “También nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos”.
  • Salmo Responsorial: 77,3.4bc.6c-7.8: “No olviden las acciones de Dios”.
  • Evangelio. Mc 2,1-12: “Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”.

Color: VERDE

Amados hermanos en Cristo y en la Virgen muy buenos días/tardes o noches.

En el Evangelio nos encontramos con una escena poderosa: un grupo de amigos lleva a un paralítico ante Jesús. Imaginemos por un momento cómo debió ser esa situación.

Al llegar a los pies de Cristo, lo primero que Jesús hace es decirle: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Esto es clave. Jesús no solo se preocupa por la sanación física, sino que primero se ocupa del alma.

El reposo en Dios es el regalo que Jesús nos ofrece a través del perdón y la sanación.

El perdón de los pecados es el preámbulo para la sanación completa, para liberarnos de las ataduras espirituales que nos impiden caminar hacia la vida plena.

El que preside: A Dios Padre, rico y misericordia, que Perdona y justifica a quien se dirige a Él con humildad y fe, elevemos nuestra oración y digámosle: “Renueva, Padre, la gracia de nuestro bautismo”.

1. Para que todos los bautizados en Cristo, amados y elegidos de Dios, ungidos por el Espíritu Santo, pasemos, como Cristo, haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal, roguemos al Señor.
2. Para que los padres cristianos, al presentar a sus hijos para el bautismo, sean conscientes de su responsabilidad de transmitirles la vivencia de su fe, roguemos al Señor.
3. Para que cuantos se sienten oprimidos y habitan en las tinieblas abran las puertas a Cristo, luz de las naciones, roguemos al Señor.
4. Para que nuestros trabajos, quehaceres, obligaciones, cargos, imitemos a Cristo, que no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor.

El que preside: Escucha, Señor, nuestras oraciones, y concédenos la liberación que Cristo tu hijo nos viene a traer en su nueva Navidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Lervidiana Castro Hernández/ lervidinacastro@yahoo.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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