Memoria Obligatoria, San Hilario, Obispo y Doctor de la Iglesia
Lunes, 13 de enero del 2025
- Primera lectura. Hb 1,1-6: “Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su Palabra poderosa”.
- Salmo Responsorial: 96,1.2b.6.7c.9: “Adoren a Dios, todos sus ángeles”.
- Evangelio. Mc 1,14-20:“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”.
Color: BLANCO
“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”
La Carta a los Hebreos, con el que comenzamos las Lecturas de hoy, es una Carta profundamente rica en teología, cuyo propósito es mostrar que Jesús es la revelación suprema de Dios. Nos habla de cómo, a lo largo de la historia, Dios habló a través de los Profetas, pero ahora, en estos últimos tiempos, nos ha hablado a través de su Hijo. Jesús es el Hijo, la Palabra encarnada, que nos muestra el rostro de Dios de una manera única y definitiva. La Carta nos invita a reflexionar sobre la grandeza de Cristo y a poner nuestra confianza en Él, quien es superior a todas las criaturas, incluidos los ángeles.
El Salmo de hoy nos recuerda que el Señor es Rey, que es digno de nuestra alabanza y adoración. Así como los apóstoles respondieron al llamado de Jesús con fe y confianza, también nosotros debemos reconocer la grandeza de Dios en nuestras vidas y estar dispuestos a seguirlo con alegría y esperanza.
Jesús comienza su misión con un llamado que es tan poderoso como simple: “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”. Esta frase tan familiar es, sin embargo, profunda en su significado. Al invitar a Simón y Andrés a seguirlo, Jesús no solo les está pidiendo que lo acompañen, sino que les está dando una nueva identidad y misión. Ser pescadores de hombres significa participar en la misión de Jesús, traer a otros al Reino de Dios, anunciar la Buena Nueva y vivir como testigos de su amor.
El llamado de Jesús es transformador. Aquellos pescadores simples, ocupados en su trabajo diario, dejan todo al instante para seguirlo. Este seguimiento no es algo que ocurrió solo una vez en la historia; es un llamado constante que Jesús nos hace a cada uno de nosotros en la cotidianidad de nuestra vida. En nuestro trabajo, en nuestras familias, en nuestros compromisos, nos sigue diciendo: «Sígueme». No importa quiénes seamos o qué hagamos, todos estamos llamados a ser discípulos y a ser parte de su misión.
Este seguimiento implica confiar en que Jesús camina con nosotros en cada momento, y que cada día es una oportunidad para vivir según su ejemplo. Ser “pescadores de hombres” no significa que debamos hacer grandes cosas visibles, sino que, en lo pequeño, en lo cotidiano, podemos ser testigos de su amor. Cada palabra amable, cada acto de compasión, cada vez que hablamos de nuestra fe, estamos lanzando las redes para atraer a otros hacia Cristo.
San Juan Pablo II dijo: “No tengan miedo de ser los Santos del nuevo milenio”, invitándonos a reflexionar: ¿Estamos respondiendo al llamado de Jesús en nuestro día a día? ¿Estamos dispuestos a dejar nuestras “redes” para seguirlo y ser pescadores de hombres?
Hoy, tomémonos un momento para preguntarnos: ¿Cómo estoy respondiendo al llamado de Dios en mi vida diaria? ¿Cómo puedo ser un mejor discípulo y testigo de su amor?
Que, con esperanza y alegría, sigamos a Jesús con todo el corazón.
(Guía Mensual)
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