Jueves, 20 de abril del 2023
- Primera Lectura. Hec 5, 27-33: “Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen”.
- Salmo Responsorial. 33, 2.9.17-18.19-20: “Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha”.
- Evangelio. Jn 3, 31-36: “El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida”.
Color: BLANCO
“Jesús quiere caminar contigo, sanar tus heridas, renovar tus fuerzas…”
Podemos sacar varias enseñanzas importantes del evangelio de hoy.
En primer lugar, que el fruto de “someterse a Dios” es el primer paso para poder recibir el Espíritu Santo. Se nos propone elegir el someternos a Dios con el fin de crecer espiritualmente. Es un proceso que se inicia cuando aceptamos a Jesús como nuestro salvador y continúa con cada elección que hacemos de someternos a Dios.
¿Qué nos quiere decir la palabra de Dios cuando nos propone “someternos a Dios”? Literalmente significa «obedecer, poner debajo, estar sujeto a, someterse a sí mismo a, poner en sujeción bajo, estar bajo la obediencia o ser obediente a«. Para poder poner nuestra vida en obediencia a Dios se requiere ser humilde. Reconocer a Dios no como un tirano, sino sabiendo que es un Padre amoroso que sabe lo que nos conviene.
En segundo lugar, a Jesús se le vuelve a llamar, una vez más, «Príncipe» y «Salvador». Jesús es el nuevo Moisés que guía al pueblo hacia la liberación y la salvación. Pedro nos interpela a nosotros con sus palabras, pues frente a sus enemigos, frente a aquellos que quieren agredirlo, proclama quien es Jesús para él. Y nosotros, ¿Qué decimos de Jesús cuando somos atacados? ¿Quién es Él para nosotros cuando nuestra fe es puesta a prueba?
Jesús es quien nos libera y nos salva, una y otra vez realiza esta obra de salvación en nosotros. Como cristianos no estamos exentos de ser atacados, de ser probados, no es ajeno a nosotros la enfermedad, el hambre, la traición o cualquier forma de injusticia. Realmente podemos clamar con el Salmo que hemos leído: “Señor date prisa en socorrerme”, pues Jesús quiere caminar contigo, sanar tus heridas, renovar tus fuerzas para que sigas avanzando hasta tu destino final que es el cielo.
En tercer lugar, se nos recuerda que la obra de Jesús está ligada al perdón de los pecados, y esto significa que Jesús restablece la comunión filial, amistosa, tranquilizadora con Dios. Y de nuevo, el salmo nos recuerda que, en todo momento, “en todo tiempo” debemos alabar a ese Dios bueno y amoroso con sus hijos … ¿Por qué debemos alabarlo? El salmo nos ayuda:
“Me libró de todos mis temores” (v. 4)
“Pues nada falta a los que lo temen” (v. 9)
“No tendrán falta de ningún bien” (v. 10)
Solamente un corazón agradecido encuentra razones para alabar a Dios en todo tiempo. Terminemos esta reflexión pidiendo al Señor que por la acción de su Espíritu Santo siempre estemos en la disposición de obedecerle y que nuestro corazón tenga naturalmente esa tendencia a alabarlo y buscar lo que es correcto a sus ojos y así poder agradarlo siempre.
(Guía Litúrgica)
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