Memoria Libre: San Pío de Pietrelcina, Presbítero
Lunes, 23 de septiembre del 2024
Color: VERDE O BLANCO
- Primera Lectura. Prov 3,27-34: “El Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos”.
- Salmo Responsorial. 14,2.3ab.3cd.4ab.5: “El justo habitará en tu monte santo, Señor”
- Evangelio. Lc 8, 16-18: “Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama”.
“La fe, la Palabra, no es para ser guardada sino compartida, comunicada”
Hoy nuestra Iglesia celebra la memoria de San Pío de Pietrelcina, fraile capuchino a quien Dios dotó con particulares carismas. Su nombre de pila era Francesco Forgione. Nació en una familia humilde en Pietrelcina, un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, Italia, el 25 de mayo de 1887. Fue heredero espiritual de San Francisco de Asís. Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios, y este deseo lo distinguiría de los demás. Padre Pío fue famoso por sus dones milagrosos y por los estigmas que presentaba en las manos, pies y costado. Falleció un día como hoy en el año 1968. Fue beatificado en 1999 y canonizado el 16 de junio de 2002 por el papa Juan Pablo II.
La luz que no se puede ocultar es la verdad de Cristo y su Evangelio. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse. La luz de la gracia cuando penetra en el interior, lo vuelve transparente hacia los otros y lo abre hacia el misterio de la vida (resurrección).
El mensaje de Jesús se resume como un don que se halla abierto hacia los pobres: al que no tiene se le ofrece la plenitud del reino; al que confía en su riqueza se le dice que vendrá a quedar vacío. Al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. La luz se refiere a la condición del hombre ante la gracia. La fe, la Palabra, no es para ser guardada sino compartida, comunicada. La Palabra debe ser amada y vivida. De otro modo sucederá lo mismo que con la semilla que se guarda: termina perdiendo la vida, podrida o estéril. Para crecer en lo que se posee o incluso para no perderlo, es necesario comunicarlo. Lo que no se comunica deja de ser auténtico y se muere. Por eso, podemos hablar de una fe viva y una fe muerta.
La fe viva es la que se hace activa por el amor (Gál 5,6). Las cosas de Dios no se aseguran guardándolas sino regalándolas, pues todo es gracia, todo es don o regalo. Toda la dificultad está en el modo de entender a Cristo. Cristo es la respuesta al mundo. Los dones de Dios no son posesión de uno, ni de un grupo, son gracias que transforman al hombre en donador constante y total (Lc 6,27-36). El don es para ser vivido y mostrado con el ejemplo.
(Guía Litúrgica)
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