La fe, si no se traduce en obras, está completamente muerta.
Domingo, 15 de septiembre de 2024. IV Semana
- Primera lectura: Is 50, 5-9a: El Señor me abrió el oído.
- Salmo Responsorial: 115: Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
- Segunda lectura: St 2,14-18: Yo, con las obras, te probaré la fe que tengo.
- Evangelio: Mc 8, 27-35: Paradoja cristiana: perder para ganar.
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“UNA ASCECIS LIBERADORA”
A nadie le gusta sufrir, sin embargo, todos sabemos que el sufrimiento forma parte de nuestra vida. Por su conocimiento de la Biblia, especialmente de los cantos del siervo de Yavé, Jesús sabía que Él tendría que seguir el paso liberador de la cruz y de ese modo poner en práctica el plan del Padre. Como cristianos que somos, podemos unir nuestros sufrimientos a los de Jesús para que sean salvíficos o dejar que ellos nos hagan sentir infelices y miserables. Entreguemos nuestra vida generosamente al Señor, ahora que empezamos esta Liturgia.
Primera lectura: Is, 50, 5-10 (Ofrecí la espalada a los que me golpeaban)
Este texto es el tercero de los cuatro poemas del “siervo de Dios”. Esta figura paciente trabaja sin desmayo en su misión dolorosa, expuesto a la injuria y la violencia de los hombres. Pero Él está lleno de confianza en la ayuda de Dios como podríamos estar nosotros en medio de las dificultades de la vida. Pongan atención.
Segunda lectura: San 2, 14-18 (La fe, si no tiene obras, está muerta)
Santiago, en la segunda lectura de hoy nos recuerda que la fe sin obras es una fe muerta. El Apóstol nos invita a mantener una fe viva, activa, fecunda en frutos de amor y en obras de bien al prójimo.
Tercera lectura: Mc 8, 27-35 (Tú eres el Mesías. El hijo del hombre ha de padecer)
El Evangelio de hoy nos presenta un momento culminante en la revelación del misterio de Cristo, según San Marcos. En el texto distinguimos tres partes; en las dos primeras Jesús se dirige a los discípulos y en la tercera a ellos y a los demás seguidores. Antes de escuchar este mensaje, cantemos el aleluya.
El que preside: El Señor bendice con abundancia a los que entregan su vida por la causa del Evangelio, por eso, con fe y esperanza, elevemos nuestras súplicas al Padre del cielo diciendo: “Escúchanos, Padre nuestro”
- Por nosotros, los cristianos, por nuestra manera de vivir y de servir: para que demos esperanza a los que sufren. Roguemos al Señor.
- Por los que cargan con la cruz de la soledad, la opresión, la pobreza, el hambre, desempleo y la enfermedad: para que encuentren en nosotros con quien compartir su sufrimiento. Roguemos al Señor.
- Por la juventud de nuestra parroquia: para que ponga su fe y confianza en Cristo y su Iglesia y no en los vicios. Roguemos al Señor.
- Por nosotros y por nuestros familiares y conocidos: para que Dios abra nuestros corazones a su gracia, abandonemos el pecado y, practicando la justicia, caminemos hacia la vida de amor. Roguemos al Señor.
El que preside: Escucha, Dios de misericordia, la oración de tu pueblo; que tu bondad nos conceda lo que, con esperanza y ardiente fe, hoy te pedimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.
(San Alfonso María de Ligorio).
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APRENDER A ADOPTAR PERO SIN ADAPTARSE
ATRAPADOS POR LA RUTINA DE LA VIDA
Agradecimiento al Padre Domingo Vásquez Morales