Miércoles, 17 de julio del 2024
Color: VERDE
- Primera Lectura. Is 10, 5-7.13-16: “Cambié las fronteras de las naciones, saqueé sus tesoros y derribé como un héroe a sus jefes”.
- Salmo Responsorial. 93, 5-6.7-8.9-10.14-15: “El Señor no rechaza a su pueblo”.
- Evangelio. Mt 11, 25-27: “Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla”.
“Jesús nos invita a acercarnos a Él, a aprender de su humildad y mansedumbre”
¿Cómo nos llama Dios a encontrar la humildad en nuestras vidas? ¿Cómo podemos abrir nuestros corazones para recibir la sabiduría que el Señor nos ofrece, aquella que va más allá de nuestro entendimiento humano?
En la lectura de Isaías, somos testigos de la advertencia divina contra la arrogancia y el poder mal usado. Nos recuerda que, sin importar cuán poderosos podamos sentirnos, todo proviene del Señor. Es Él quien nos da la fuerza, y es solo a través de la humildad y el reconocimiento de Su poder que podemos encontrar el verdadero camino. El profeta Isaías nos llama a reflexionar sobre la fuente de nuestra fuerza y a recordar que, sin Dios, nuestras acciones y nuestros logros son vanos.
El Salmo 93 profundiza en este mensaje, recordándonos la eternidad y la justicia de Dios frente a la fugacidad y la injusticia humanas. Nos invita a reflexionar sobre la fidelidad de Dios y cómo, a pesar de nuestras faltas, Él permanece constante, ofreciéndonos una guía firme en medio de las tempestades de la vida.
Finalmente, en el Evangelio según San Mateo, Jesús revela la esencia de la verdadera sabiduría: aquella que se encuentra oculta a los «sabios» e «inteligentes» según el mundo, pero revelada a los pequeños, a aquellos que poseen un corazón humilde y abierto. Jesús nos invita a acercarnos a Él, a aprender de su humildad y mansedumbre, para encontrar el verdadero descanso para nuestras almas.
Estas lecturas nos llevan a un camino de reflexión profunda sobre nuestra propia vida y las actitudes que adoptamos ante Dios y ante los demás. Nos llaman a cuestionar nuestra propia «sabiduría» y poder, y a reconocer que, sin la guía y la gracia de Dios, estamos perdidos.
La invitación es clara: abramos nuestros corazones a la humildad, reconociendo que todo lo que somos y todo lo que tenemos es un regalo de Dios. Busquemos esa sabiduría que Dios ofrece generosamente a los humildes y a los pequeños, aquella que verdaderamente nos libera y nos acerca a Él. En la humildad encontramos la verdadera grandeza, en la entrega encontramos la verdadera fuerza, y en la fe encontramos el verdadero camino hacia la paz y la salvación. Que estas lecturas nos inspiren a vivir con un corazón humilde y abierto a la acción transformadora de Dios en nuestras vidas.
(Guía Litúrgica)
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