Viernes, 12 de julio del 2024
Homilía: XV Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Color: VERDE
- Primera Lectura. Os 14, 2-10: “Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos”.
- Salmo Responsorial. 50, 3-4.8-9.12-13.14 y 17: “Mi boca proclamará tu alabanza, Señor”.
- Evangelio. Mt 10, 16-23: “Miren que les mando como ovejas entre lobos; por eso, sean sagaces como serpientes y sencillos como palomas”.
“Hoy se nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra misión cristiana en el mundo”
En el Evangelio de San Mateo que hoy se nos presenta, Jesús nos prepara para la misión con una advertencia clara y una promesa de acompañamiento. Nos envía como «ovejas en medio de lobos», recordándonos la necesidad de ser astutos como serpientes y sencillos como palomas. En este llamado, Jesús nos advierte sobre los desafíos y persecuciones que enfrentaremos por llevar su nombre, pero también nos asegura su presencia constante y el auxilio del Espíritu Santo, quien hablará por nosotros en momentos de necesidad. Esta invitación al discipulado, aunque desafiante, nos sumerge en la confianza de que no estamos solos; Cristo y su Espíritu nos fortalecen y guían.
El profeta Oseas, en su llamado a la conversión, nos invita a volvernos a Dios con todo nuestro corazón, recordándonos que es en nuestra fragilidad y arrepentimiento donde Dios se manifiesta con su amor y perdón. Oseas nos asegura que, al regresar a Dios, encontraremos curación, amor y prosperidad, como la lluvia que hace florecer la tierra. Este retorno no es solo un acto de contrición, sino una reorientación de nuestra vida hacia Dios, quien es fuente de toda verdad y bondad.
El Salmo 50, con su profundo clamor por misericordia y purificación, complementa perfectamente estas lecturas, mostrándonos que el camino hacia Dios pasa por el reconocimiento de nuestras faltas y la apertura de nuestro corazón a su gracia sanadora. Este salmo nos recuerda que Dios no desecha un corazón contrito y humillado, y que el sacrificio más agradable es un espíritu quebrantado que busca la redención.
Hoy se nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra misión cristiana en el mundo. Nos recuerdan que, aunque el camino del discipulado está lleno de desafíos, no debemos temer, pues la gracia de Dios nos acompaña y su Espíritu habla a través de nosotros. Nos llaman a abrazar nuestra vulnerabilidad, a reconocer nuestras debilidades y a convertirlas en la fuente de nuestro regreso a Dios. En este proceso de conversión, encontramos la verdadera alegría y la paz que solo pueden venir de vivir en armonía con la voluntad de Dios.
Que estas palabras sean un estímulo en nuestro camino de fe, animándonos a vivir con valentía y confianza el llamado a ser discípulos de Cristo, sabiendo que en cada paso, en cada desafío, Dios está con nosotros, ofreciéndonos su misericordia y su amor incondicional.
(Guía Litúrgica)
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