Miércoles, 12 de junio del 2024
Color: VERDE
- Primera Lectura. I Re 18, 20-39: “El agua corrió alrededor del altar, e incluso la zanja se llenó de agua”.
- Salmo Responsorial. 15, 1-2a.4.5 y 8.11: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”.
- Evangelio. Mt 5, 17-19: “No crean que he venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”.
“Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a tus prójimos como a ti mismo”
La primera lectura nos presenta dos realidades diferentes: de un lado, los seguidores del dios pagano, Baal, sin poder alguno para realizar lo que les piden sus falsos profetas; del otro se encuentra el profeta Elías, un verdadero seguidor del Dios de Israel que exhorta a los israelitas a seguir al verdadero Dios que escucha, es cercano y actúa por el bien de sus seguidores.
Como ese pueblo declaró la grandeza de Dios, viendo la muestra de su poder, también nosotros debemos reconocer que Dios es el Señor que puede hacer todas las cosas buenas para nosotros. Él nos escucha cuando lo clamamos. ¿Qué esperamos para ver la grandeza de Dios? ¿Deseamos una señal? El pueblo descubrió su poder por el fuego, ¿qué señal deseas para que creas en el Señor?
En el Evangelio, vemos que la mayor señal es que Jesús viene como culmen de la revelación, no para erradicar los mandamientos, sino, diciendo que ha venido para dar la plenitud de la ley y así enseñarnos cómo debemos cumplirla. “He venido a sintetizarla en ley de amor”. Recordemos estas dos dimensiones del amor con las que resumió los diez mandamientos: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a tus prójimos como a ti mismo”. Esa es la forma en que hay que cumplir la ley del Señor, que es Dios de misericordia. Pidamos al Señor la gracia de descubrirlo cada día como el Dios verdadero que merece todo honor y la gloria.
(Guía Litúrgica)
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